Si en tu puesto mantienes la cabeza tranquila,
cuando a tu lado todo es cabeza perdida.
Si tienes una fe en tí mismo que te niegan
y no desprecias nunca las dudas que ellos tengan.
Si esperas en tu puesto, sin fatiga en la espera.

 


Si, engañado, no engañas,
y no buscas más odio que el odio que te tengan.
Si eres bueno y no finges ser mejor de lo que eres.
Si sueñas y los sueños no te hacen su esclavo.
Si piensas y rechazas lo que piensas en vano.
Si alcanzas el triunfo; si te llega la derrota,
y a ambos impostores los tratas por igual.
Si logras que se sepa la verdad que has hablado
a pesar del sofisma del orbe encanallado.
Si vuelves al comienzo de la obra perdida,
aunque esta sea la obra de toda tu vida.
Si arriesgas en un golpe, y lleno de alegría,
tus ganancias de siempre a la suerte de un día;
y pierdes, y te lanzas de nuevo a la pelea,
sin decir nada a nadie de lo que es y lo que era.
Si logras que tus nervios y el corazón te asistan,
aún después de la fuga de tu cuerpo en fatiga,
y se agarren contigo, cuando no queda nada;
porque tú lo deseas, lo quieres y lo mandas.
Si hablas con el pueblo y guardas tu virtud.
Si marchas junto a reyes con tu paso y tu luz.
Si nadie que te hiera llega a hacerte herida.
Si todos te reclaman y ni uno te precisa.
Si llenas el minuto inolvidable y cierto
de sesenta segundos que te lleven al cielo.
Todo lo de esta tierra será de tu dominio;
y mucho más aún: SERAS HOMBRE, hijo mío.

Kiplin .....

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